Fotografías del artista
RITUALES PAGANOS
Diego Perrotta
El calor de la
tierra
Se tarda años en llegar allí. Se necesita tiempo
acumulado de plegarias para tocar el calor de la tierra con un solo gesto. En
ese lugar, donde no hay sol ni
noche y la cronología de los cuerpos anula el tiempo de los que respiran, los sueños guarecen los
ritos del pueblo. En los confines de los cantos, cada elemento
es un nombre que espera ser pronunciado con justicia; un dios trae una manera de
resolver el mundo, trae una dosis de sí al mundo para que la realidad sea una
señal de promesa. Se dice
que en el calor de la tierra somos santos y demonios para adorar y ser
adorados. Diego Perrotta lo sabe, por eso, insiste. No importa qué técnica use,
sea acuarela, cerámica, pintura, grabado o dibujo, su lenguaje es único.
El barroco urbano, la violencia
callejera, la cábala y el azar; el credo
que profesan los dioses, las vejaciones y - por qué no- la esperanza por encima
de todo, guardan aquello que late con
deseos de vida y de muerte. La religión, el sexo,
lo mágico, la imaginería popular tejen así un relato en complicidad con el bien
y el mal.
RITUALES
PAGANOS
recorre quince años de producción, quince años de historia. Si bien la
figuración de Perrotta pertenece al orden de la imaginación, sus personajes
dialogan con una historia cercana, por no decir real. El Matasiete, justiciero que vela con la picardía de un bandido por el
bienestar de su pueblo y El Diablo que trae consigo la angustia de la falta, ofician
de testigos privilegiado de esta liturgia popular donde vivos y muertos asisten
por igual. En obras
como Ritual (1999), una cabeza
mutilada, sin cuerpo, descubre la muerte en un crudo festejo donde la suerte
está echada. Más adelante, Infierno
(2004) descubre el escenario frágil, corrompido de la ciudad. El insecto-diablo
se erige sobre la arquitectura e impone su ley. Como afirma María Teresa
Constantín: “El pasado, retomado una y otra vez, actúa como presente activo en
un urbano contemporáneo en el que perviven latentes las viejas supersticiones y
los impulsos azarosos, mientras el milagro es esperable en cualquier esquina”.
Es cierto, se tarda años
en llegar a ese único gesto que convierte la frontera en nuestra identidad.
Allí, donde no hay sol ni
noche y la cronología de los cuerpos anula el tiempo de los que respiran. Emma, Ramona y Marita vuelven en Cabaret argentino (2011) para nombrar la herida. Inspirado en
Ramona Montiel, personaje creado por Antonio Berni, en Emma de Lino Eneas
Spilimbergo y Marita Verón, la joven tucumana desparecida en 2003 en manos de
impunes redes de prostitución, Diego Perrotta pronuncia los nombres que
esperan, desde siempre, justicia. Hace del dolor, la materia de un canto de
redención para que estas mujeres no se vayan del todo. ¿Por qué? Porque los
nombres nunca mueren; porque algo mágico sucede allí, en el calor de la tierra.
Luz Marchio
Junto a las obras El Matasiete y Cabaret Argentino
Junto a las obras El Diablo y El Matasiete, mixtas sobre papel.
Acuarela en proceso y mesa de trabajo.
Junto al mural en homenaje a los desaparecidos
Obra en proceso y taller
Taller y materiales
Imagen del taller donde figuran obras de colega: Jorge Pietra, Omar Panosetti, Patricio Larrambebere, Enrique Burone Risso y Eduardo Molinari, entre otros
Homenaje en preparación a los desaparecidos para el Día de la memoria
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