Ensambles Contemporáneos.
Construir con restos.
Construir con restos.
Construcciones escultóricas, objetos ensamblados, son denominaciones que
pueden recibir el conjunto de estructuras armadas con piezas de rezago, capaces
de generar nuevas formas de la mano de Juan Andereggen, este artista argentino
que sostiene sus piezas desde la significación residual que cada una propone,
así como también es capaz de traspasar sus límites y arrojar otros andamiajes
de significaciones para sus obras.
El
artista concreta una utilización especial de la materia con la que trabaja, que
es sometida a exigencias nuevas de las que su propia naturaleza les tenía
preparadas, aparecen así, trozos de antiguos barcos, utensilios de cocina,
tramos de durmientes, clavos oxidados, piedras horadadas por el tiempo,
elementos que revelan su carácter, muestran su origen, desnudan su naturaleza,
no dejan de ser lo que son, con sus cualidades intrínsecas, pero van mas allá,
aparecen en sus nuevas intensiones, cediendo paso al ensamble constructivo que
les da vida.
Hay
una simultaneidad conceptual, como fuente de inspiración y como producto resultante,
que exige novedosas posibilidades discursivas dependientes de la esencia
original, así como también de la nueva categoría conseguida.
Juan
Andereggen nos remite indudablemente a ese punto de partida, a ese rescate de
los bordes de los ríos, a los encuentros fortuitos de cosas dejadas en alguna
calle, a esos restos descartados de la nueva urbanidad, a esos lugares que el
mismo recorre para dar con la pieza única e irrepetible de donde partir.
También y a la vez da cuenta de lo nuevo logrado, de lo integrado y ensamblado
para el propósito estético de su obra que lo obliga a trascender el original, a
dar un sorprendente salto de producción para lograr su estrategia de
exploración creativa final. Así la solución formal se torna parte de la obra,
en una especie de voluntaria sumisión a las posibilidades del material en
cuestión. Ante las exigencias de sus elementos de trabajo, Andereggen acusa
recibo de sus rasgos enunciativos, comprende su objetividad material y
despliega sus motivaciones expresivas en una sustancial reflexión teórica sobre
su propia práctica artística.
En
cuanto a las producciones pictóricas, se observa un renunciamiento casi por
completo al valor saturado de la escala cromática, no trata sus obras desde el
color, sino desde las formas repetitivas, desde la reiteración, en un diálogo
sin fin, que se afirma una y otra vez en la reincidencia de la imagen.
De
este modo esa austeridad absoluta del tratamiento del color, se limita a
singulares mezclas que se instalan entre grises y verdosos, simplificando hasta
límites insospechados su propia severidad colorística, es una manera de obligar
al color a dejar de serlo y pase a comportarse como no color.
En
esta dialéctica probablemente son múltiples los significantes que conformen sus
obras y variados encuentros semánticos se concentren alrededor de ellas, lo que
es evidente es que el artista pone su accionar visual dejando en claro, que
tanto materiales como recursos, soportes, formas y procedimientos, son
utilizados desde una fuerte apoyatura conceptual para dar cuenta de lo propio,
de su contundente hacer en el arte, que lo posiciona con fuerza y no lo deja
vegetar en los espejismos de las modas y tendencias.
Juan
Andereggen hace tiempo que es reconocido como artista plástico en su país, por
momentos se ha acercado a otros maestros como Joaquín Torres García u otros de
reconocida trayectoria en la Argentina, pero todos estos estímulos, han sido
sometidos a las normas de su propia concepción artística, cualquier influencia
ha sido asimilada y transformada en el constante ejercicio de su autonomía
creadora. Podría encuadrarse dentro del Minimalismo Estructural o del
Constructivismo Tardío, o de las dos a la vez.
Rigor,
persistencia, libertad e imaginación son las claves que encontramos en la personalidad
íntima de este creador, que da cuenta de lo que acontece en el mundo desde sus
figuras. Es allí donde se pueden observar sus reflexiones sobre los oscuros
vericuetos en que hombre anónimos se encuentran inmersos, seres sujetos a una
pesada carga terrena, resignados (con sus pies enterrados), parados inmóviles
sobre una verdad contenida, imposible de cambiar. En ellos el tiempo pareciera
haberse detenido, callan como si supieran lo inútil del grito para transformar
su situación, sin poder modificar su rumbo, en una trágica grandeza, de una
ternura desgarradora, parecen decirnos que están inexorablemente en manos del
destino.
Lic. Stella Arber
Directora
Museo
de Arte Contemporáneo
Universidad
Nacional del Litoral